viernes, 15 de junio de 2012

EL ÁRBOL DE PROBLEMAS







 EL ÁRBOL DE PROBLEMAS

 Aquel día había resultado especialmente desafortunado al carpintero que la buena señora había contratado para que le ayudara a reparar una vieja granja. La cortadora eléctrica se había empeñado en no  funcionar y ahora, cuando  ya anochecía, el viejo camión no quería arrancar.
-Yo lo llevo en mi carro hasta su casa  -se ofreció amablemente la señora.
 Casi no se cruzaron una sola palabra a lo largo de todo el camino. El rostro del hombre era una estampa de desánimo y cansancio. Sin embargo, cuando llegaron, sonrió penosamente e invitó a la señora a que entrara un momento en su casa para que conociera a la familia. 
 Mientras se dirigían a la puerta, el carpintero  se detuvo un rato frente a un pequeño árbol  y le estuvo acariciando sus ramas. Cuando entraron, ocurrió en él una transformación sorprendente: su cara se iluminó con una ancha sonrisa, abrazó con júbilo a sus hijos y besó con entusiasmo y cariño a su esposa. Se tomaron un café, conversaron alegremente un rato y luego, al despedirse,  acompañó a la señora hasta su carro. Al pasar junto al árbol, la señora sintió curiosidad   de averiguar qué es lo que había hecho  en el arbolito unos minutos antes que lo había transformado  de ese  modo.
 -¡Oh, ese es mi árbol de problemas! -contestó sonriendo el carpintero-. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es bien segura: no me los llevo a la casa, no quiero atormentar con ellos ni a mi esposa ni a mis hijos. Así que los cuelgo cada noche en el árbol antes de entrar en mi casa. 
A la mañana siguiente los recojo, pero la verdad es que, durante la noche disminuyen y se debilitan mucho.

Para pensar:
 Sería bueno que, en la entrada de cada escuela, se colocara un árbol  donde todos dejáramos nuestros problemas, las cosas que nos preocupan o que nos angustian. ¿No te parece?



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